sábado, 10 de septiembre de 2016

CAMINO DE LA MANO DE LA ESPERANZA: A PROPÓSITO DE PAZ.



"Dedicado a mis hijos, deseándoles que vivan en un mundo mejor. Y a mis papás, dos héroes invisibles que arriesgaron la vida con la convicción de que ese mundo mejor es posible".    

Durante las Olimpiadas de Río, parece que es tiempo de paz entre los pueblos, tiempo de orgullo patrio, tiempo de festejar la grandeza de los atletas que nos representan, tiempo de unión de todas las naciones, tiempo sin fronteras ni físicas ni ideológicas. Mi hija sigue con pasión la participación de sus tres patrias: Italia, Colombia y Nueva Zelanda.Cada victoria la vive como una victoria personal y quiere fiesta con tanto de torta. 

Una vez terminadas las olimpiadas, la vida mundial vuelve a la normalidad, hasta que una mañana en dos de las patrias de mi hija, sucede algo extra ordinario. De un lado la tierra tiembla con furia y destruye parte del centro de Italia. En la televisión hacen un elenco de las ayudas urgentes necesarias, entre ellas pañales, ropas, comida no perecedera. Le pregunto a Juanita si está de acuerdo con regalarle a los niños damnificados del terremoto las ropas que a ella le quedan pequeñas. Así sepa la respuesta, le pido el permiso, porque para ella una de las normas de convivencia mas importante dentro y fuera de la casa es “pedir permiso antes de coger algo que no es nuestro”. 

Ella con una sonrisa me dice que si y me ayuda a seleccionar y organizar en una caja ropa en buen estado para donarla a través de la Protección Civil. Pero como a sus 3 años está llena de inquietudes, al improviso se pone pensativa y deja de sonreír. 

Juanita - Mamá, pero si esos niños con el terremoto han perdido todo, con qué cosa van a jugar?   

Entonces la grandeza de su corazón le ilumina los ojos y aparece de nuevo dibujada en su cara esa hermosa sonrisa que la caracteriza. 

Juanita - Ya sé, tengo una idea! Por que no compartimos mis juguetes con esos niños a los que se les cayó la casa?

Yo - Es una óptima idea!

Mientras le explica al hermano de 7 meses que él también debe  compartir sus cosas, corre a coger sus juguetes preferidos. Miren aquí la belleza del gesto, porque una cosa es compartir un juguete cualquiera, ese que no uso o que ya no me gusta o al que se le acabaron las baterías; y otra cosa es elegir el juguete que mas te gusta y darlo a alguien que ni conoce por la simple razón de hacerlo feliz. 

Ella peina y le lava los dientes al señor Dinosaurio, al Pato y a la cachorra Lili. A ésta última le pone una cinta, por que “debe quedar tan bonita como una esposa”. Luego me pide una caja grande y un moño para poder meter dentro el regalo.





llena de orgullo le sonrío y le prometo que en la tarde le traeré la caja. Entonces ella sin perder tiempo me pregunta en qué dirección están los pueblos en los que se cayeron todas las casas. Con la mano le señalo la derecha y le digo “hacia Roma”, pues desde mi balcón tengo Nápoles a la izquierda y Roma  la derecha. Entonces Juanita coge algunas hojas y en ellas dibuja cajas de regalo y moños y me pide que los recorte. Una vez recortados, sale al balcón y los va tirando uno a uno en la dirección indicada.

Juanita - Mamá, así el viento le lleva todos estos regalos a los niños a los que se les cayó la casa y quedaron sin nada, y ellos van a estar muy contentos!  


Entonces pienso en la importancia de los actos simbólicos, en su poder sanador. Pienso en mi amigo el poeta y en los demás colaboradores del Festival Internacional de Poesía de Medellín, que en sus origines con la excusa de los recitales, le fue devolviendo a la ciudad sus plazas publicas y a los ciudadanos el poder disfrutarlas, incluso en los sitios donde legal o ilegalmente regia el toque de queda. Estamos hablando de la época del narcotráfico y las bombas.

Pienso en los conciertos que el cantante Juanes organizó con sus amigos en Colombia, Cuba y Venezuela en nombre de la paz y la hermandad de los pueblos. Entonces caigo en cuenta que se trata de la palabra cantada, recitada o en el caso de mi hija, en la palabra dibujada que se traduce en amor. Es como si la palabra pudiera ser sanadora y salvadora.

Es precisamente la palabra hablada y escrita la protagonista del otro hecho extra ordinario de esa mañana en la que tembló la tierra. En la otra patria de Juanita, después de más de 50 años de guerra, finalmente gobierno y guerrilla no sólo han dialogado, sino que han firmado un histórico acuerdo de paz. Dicho acuerdo debe ser convalidado por los colombianos a través del referendo que votaremos el 2 de octubre.   

Algunos están en desacuerdo con este proceso de paz por razones respetables pero no compartidas por quien hoy les escribe. Sin embargo no entrare en el detalle de los argumentos.  Otros (incluyendo la mayoría de víctimas de la guerra) en cambio lo apoyamos, convencidos o al menos convencida yo, de que 50 años de bala no han servido a nada. Además me ha enseñado mi hija con su gran corazón y su inmensa sabiduría a solucionar los problemas en el siguiente modo: “primero hay que pedir perdón y después hay que pedir permiso”.

Para mi éste es el único camino para que Colombia salga adelante, pedirnos perdón por los errores cometidos y pedirnos permiso para escribir una nueva historia. Y visto que confío en un mejor futuro para mis hijos y para los demás hijos de la gran Colombia yo daré mi SI en las urnas. Esto me implica viajar en tren a Roma, sola con Juanita que tiene 3 años y Miguel que tiene 7.  Por este motivo (el viaje a Roma a votar) y por que pienso que es importante que mis hijos conozcan la historia de lo que ha pasado en sus patrias, ambas hermosas y paradisiacas, pero marcadas por capítulos dolorosos, es que decido contarles esta historia a mis chiquitines:

“Había una vez un país llamado Colombia. En este país habían unos campesinos que estaban tristes por que no tenían tierra para cultivar las papas, las cebollas, las…”

Juanita - las zanahorias.

“…las zanahorias, los aguacates. Estos campesinos comenzaron a protestar para que les dieran algo de tierra. Pero cuando llegaron las personas que gobernaban Colombia, como el presidente o los alcaldes, no escucharon ni hablaron, sino que se pusieron a gritar. Entonces los campesinos se enojaron y también se pusieron a gritar y no se escuchaban para encontrar juntos una solución. Luego llegaron los policías y tampoco hablaron ni escucharon, sino que gritaron. Después llegaron unos señores importantes que tienen fabricas donde trasforman las papas en puré, las cebollas en sopa de cebolla, las zanahorias en torta…

…pero estos señores también se pusieron a gritar. Todo el que llegaba en vez de hablar y escuchar se ponía a gritar, entonces todos gritaban, los campesinos,los policías, los gobernantes, pero como no se escuchaban no podían encontrar una solución, sino que cada vez se enojaban más y hasta comenzaron a pegarse puños. Y pelearon durante 50 años. 50 años es mucho tiempo!”

Juanita mira hacia arriba tratando de imaginar cuantos años son 50. Luego vuelve la mirada hacia mi y me dice “mejor contemos hasta ocho”.

“Entonces estas personas pelearon durante 8 años, gritando y pegándose. Hasta que un día pasó algo maravilloso. estas personas decidieron sentarse a conversar a ver si juntas encontraban una solución. Los policías prepararon unos buñuelos, los presidentes y alcaldes prepararon unas empanadas, los campesinos prepararon unas arenas con mantequilla y quesito y los señores de las fabricas prepararon el café y todos compartieron con todos y se sentaron a comer a tomar café y a conversar hasta encontrar una solución. 

Los del gobierno preguntaron que por qué era que habían comenzado esta pelea y los campesinos les explicaron que era por que ellos no tenían tierra para cultivar. Entonces todos comenzaron a tener ideas para solucionar el problema. Primero se pidieron perdón y luego decidieron darle un cuadrado de tierra a cada campesino. Pero todos se tenían que comprometer a algo. Los campesinos a cultivar las tierra con las papas, las cebollas, las zanahorias. Los policías y los gobernantes a cuidar y ayudar a todas las personas y no volverles a gritar ni a pegar. Los de las fabricas a comprar las papas de los campesinos para convertirlas en puré y las cebollas en sopa. y así todos iban a ayudar a todos. 

Pero por si a alguien se le olvidaba a lo que se comprometió, decidieron escribirlo. Entonces si por ejemplo a un campesino se le olvida a que se comprometió, puede leer y recordarse que su compromiso es sembrar papas. O si se le olvida a un policía, puede leer y recordarse que su compromiso es cuidar a las personas. Y todos firmaron eso que escribieron. Saben cómo se llama ese compromiso que escribieron?”

Juanita intrigada responde que no.

“Este acuerdo que escribieron se llama El Acuerdo de Paz”

Juanita y Miguel sonríen.

“Pero para que este acuerdo de paz sea valido, los colombianos debemos ir a votar. Votar es una cajita de cartón con un hueco. En un pedazo de papel escribimos si o no y lo metemos en la cajita. Para poder votar Miguel, Juanita y la mamá vamos a ir a Roma en tren.”

Juanita- Cómo se llama el tren en el que vanos a ir a Roma? 

Yo le digo que vamos a ir en el tren Tomas, que es un dibujo animado, que hace parte de otra historia que con mi hija nos inventamos y cuenta su primer viaje en Colombia

Juanita - Miguel, has sentido, vamos a ir a Roma en el tren Tomas!

Miguel sonríe.

“Cada persona que va a votar puede escribir  Sí, si está de acuerdo con la paz o No si piensa que es otra la solución del problema. Yo voy a escribir en mi papel si”

Juanita se para de un brinco emocionada y con sus ojos llenos de brillo me dice:

Juanita - Y yo escribo un SI gigante al lado del tuyo para que se haga la paz. Y tu Miguel, cuando crezcas otro poquito también vas a poder escribir Si. Y el papá cuando regrese del trabajo también debe escribir SI.  

Ojalá nosotros y las generaciones futuras le apostemos a un Si de inclusión, de respeto, de dialogo, de construcción colectiva, de paz. Un SI donde la sabiduría y el corazón de los niños vengan escuchados.





Hannalucida
Septiembre 10 de 2016





jueves, 30 de junio de 2016

LE COSE CHE NESUNO MI HA MAI DETTO.


Quando ho annunciato al mondo di essere per la prima volta in cinta, ho ricevuto tanti consigli: 

-Mentre fumano l’ennesima sigaretta, un grupo di signore mi dicono di non mangiare  la lattuga, per non contrarre la toxoplasmosi. Care signore, forse è il caso di spegnere la sigaretta, così il mio bimbo ed io non sviluppiamo il cancro.

-Una dottoressa mi chiede visto che sono in cinta, di lavare la verdura prima di mangiarla.   Va…forse si pensava che prima di essere in cinta mi mangiavo la verdura ancora con la terra.

-Al ristorante vengo rimproverata per il menù che ho scelto. Non ti mangiare il pesce né i frutti di mare né quello né questo altro… Grazie per esserti preoccupato, ma in realtà fa più male la Coca Cola che hai in mano che questo delizioso pesce. 

-Spesso mi hanno quasi imposto di mangiare questo e quel’ altro “così non rimani con la voglia”. So che è un modo per coccolarmi, ma credetemi che non mi va di mangiare fino a schiattare.

-Le donne più anziane mi hanno vietato di pasare sopra il filo della aspirapolvere o qualunque altro filo per evitare che il cordone ombelicale gire intorno al collo del bambino.  In più non posso alzarmi, abbassarmi, camminare con i tacchi, guidare, andare in bici, nuotare nel mare…

Ma quello che nessuno mi ha mai detto e che secondo me è l’ unico consiglio veramente utile per le donne che vogliono diventare mamme è: “dormi tanto adesso, perché dopo non dormirai mai più”. 

E’ incredibile come le nausee, i calci dentro la pancia, i possibili nomi del bebè, i piedi gonfi, immaginare il viso di tuo figlio,  la pancia che cresce e rende difficile i tuoi movimenti e il desiderio sessuale ti posano togliere il sogno.

Quando nascono, non vuoi perderti un solo secondo della sua piccola vita e vorresti restare a guardarlo sempre. A un certo punto la stanchezza ti obliga a dormire, ma quando chiudi gli occhi l’ udito si svela iper sensibile. E’ come se un micro chip nel tuo orecchio si collegasse con il bebè, in modo che il tuo cerebelo si sature d’ informazione e non possa riposare  

Al inizio dormono insieme a te, per praticità  nel allattamento notturno. Questo implica svegliasse diverse volte, specialmente quando l’ apetito è vorace e quando i bimbi soffrono di coliche, quindi piangono loro e vorresti piangere anche tu. 

Poi arriva il giorno tanto desiderato in cui il bebè si trasferisce nella sua stanza e tu ingenua credi che entrambi dormiranno alla grande. La realtà è che lui sa che lo vuoi lasciare da solo, quindi, apena lo metti
 nella gula piange. Tu lo prendi di nuovo in braccio, lo coccoli, le canti la nanna e camini per tutta la stanza, perché se ti fermi lui piange. Quelli 5 chili che provi a fare addormentare cominciano a pesare 10 quintali. A un certo punto, quando non senti più le tue brace, il bebè si rilassa, suspira e si addormenta. Tu piano piano e con delicatezza lo rimetti nella gula, ti fai la cruce, preghi al celo che non si svegli ed esci in punta di piedi della stanza, ma quando sei sotto la porta il bambino di nuovo piange. 

La mattina dopo ti svegli presto a corri in bagno perché è l’unica opportunità di stare sola e tranquila, ma quando sta per uscire la prima goccia di pipi, il micro chip si attiva e lui ti chiama. Si attiva questo micro chip quando apri l’acqua della doccia, quando ti stai depilando le gambe, quando volete fare l’amore, quando a pranzo stai per mettere il primo cucchiaio in boca. A un certo punto ti arrendi e fai la pipi con loro attaccati al tuo seno, posponi la doccia per la mezza notte, rimetti la tua gonna preferita nel armadio, provi a fare pace con le tue ormone arrabbiate e mangi speso piatti freddi.   

In tanto ti chiedi se un giorno tuo figlio ti sarà riconoscente per le notte in bianco, le celle sudate, le gambe pelose, la dieta fredda…o per il contrario, ti darà la colpa di tutti i suoi futuri traumi. 

Un altra cosa di cui nessuno ti parla è del shock fisico post parto. Per che a dire la verità, diventare mamma vuoi dire confrontarti con i cambiamenti del tuo corpo. Per fortuna, nel mio caso, durante la gravidanza ho continuato a sentirme bella e desiderata, ma non per tutte i chili in più e la rotondità  sono sinonimo di sensualità. In più, dopo il parto si fanno i conti con lo specchio che ti fa vedere una pancia sgonfia, un seno gonfio, magari qualche smagliatura qua e là e nel caso di essere sottomessa a un cesareo sarai marcata con una cicatrice propio lì, dove comincia il paradiso.

In tante mi hanno detto che queste cicatrice non si notano dopo, che è piccola e sottile . Per me, che ho problemi di cicatrizzazione è stato un trauma forte svegliarne con una salsiccia  sulla mia patata. Questo segno mi ha tolto un pezzo di sensualità. Non è l’unica cicatrice che ho, ma è l’unica con la quale ho un cattivo rapporto. 

Volemmo anche parlare dei panni? Non sei più pancia piatta ne pancia rotonda, i panni della gravidanza sono grandi, ma quelli che indossavi prima sono piccoli. Le mutante per il parto che continui a usare durante i primi 40 giorni di sanguinato continuo, sembrano mutante di elefante. Le panciere quelle di arrotolare o quelle a mutante si notano soto i pani. I reggiseni per allattare hanno un stilo così retro come quelle che usaba la mia bisnonna. In poche parole, se già prima eri di quelle che nell’armadio non trovano mai cosa mettere, adesso force è il momento giusto di far parte di una comunità nudista. Oltre menti puoi scegliere le tutte tanto comode, anche se ti danno un aria un po anonima.  Così con lo armadio litighi soltanto quando devi attendere delle visite.

Per che dii sicuro parenti e amici vengono  a trovarte per conoscere il tuo piccolo e tu vuoi far trovare la casa ordinata e pulita, i bambini ben vestiti, pettinati e sorridenti e tu vuoi stare lavata, truccata e stirata, senza i segni della stanchezza. Ma nel mondo reale apena suonano alla porta il piccolo o fa una cacca di quelle che meritano un bagno in lavatrice o ti vomita a doso o piange spaventato per il rumore del campanello. Se hai altri bimbi a casa, loro si fanno carico di mangiare qualcosa che lascia molliche per terra, di tirare fuori tutti i giocattoli, persino quelli con cui non giocano mai ed è possibile che propio quando arrivano gli ospiti i bimbi decidano di fare qualche capriccio, dimenticando i buoni modi che hai insegnato. In quanto a noi mamme, la macchia di vomito sulla maglietta, il moco  che qualcuno dei nostri figli si ha pulito nel nostro pantalone, il braccio unto di cacca, la sua pappa nella nostra testa e la gota di sudore sulla fronte fano parte del nostro look.   

Al improvisto, un giorno ti riprendi e persino ti dimentichi dei dolori del parto, delle notte in bianco, dei pasti freddi, del vomito e la poppo, delle gambe pelose e le docce in concluse. Dimentichi anche che la favola della famiglia sempre serena e sorridente, sempre ordinata ed educata e solo una favola e quindi decidi di aggiungere un nuovo membro e fai un altro figlio.


E come se non ci fosti già cascata, immagini padre e madre sorridenti, dandosi una mano nella crianza dei bimbi. Immaginiamo tutte noi ai nostri compagni participando nelle faccende della casa, cambiando pannolini e giocando alegremente con i piccoli. E questo può darsi  che accada, e solo che un giorno loro tornano al lavoro mentre tu resti a casa da sola con i piccoli.

Credetemi che mentre il padre è a casa i vostri bimbi sembrano degli angioletti, ma apena vostro marito chiude la porta di casa alle sue spalle, i fratellini si trasformano nei diavoleti  dispettosi, si ammalano  o si fanno male. A me per esempio, me occorrono cose come questa:

Ho apena cambiato il letto. La figlia più grande ha finito di fare il bagno e mentre la aiuto a vestirsi, il fratellino si sveglia e comincia a piangere. Pur tropo deve aspettare qualche secondo mentre finisco di vestire la sorella. Lei si siede sopra il letto e mi fa compagnia mentre provo a calmare Il più piccolo che piange della fame ed è così arrabbiato che non riesce ad atacarse bene al seno. Quando finalmente si tranquiliza e comincia a mangiare, lei che è più grande ma che comunque è piccola, mi dice:

-mamma, non mi sento bene, devo vomitare. 

Entrambi ci alziamo. Io lentamente perché tengo il bebe attaccato al seno. Lei veloce, ma non fa in tempo di scendere e vomita come un vulcano sul letto che ho apena cambiato. E quindi comincia a piangere perché si sente in colpa per avere sporcato, si sente a disaggio così sporca di vomito della testa ai piedi e piange anche perché non si sente bene. Io la accarezzo e li dico che non fa niente che si sia sporcato tutto. Piange anche il bebe spaventato per il pianto della sorella. La abbraccio con una mano e la invito ad andare in bagno para lavarla e cambiarla. Lei piange perché vuole essere portata in braccio. Lui piange ancora spaventato. Prendo ogni uno con un braccio, pregando che non cadono e che non si apra la cicatrice della cesarea ancora fresca. Mi siedo in un sgabello che ho in bagno, accarezzo l’uno ed accarezzo l’altro. provo a tranquillizzare entrambi. Ataco di nuovo il bebe al seno e con una sola mano spoglio, lavo, seco e visto mia figlia.  Una volta tutti calmi e sistemati, ricomincia il lavoro: cambiare il letto,  lavare panni e lenzuoli, per terra e anche il bagno, perché è tutto sporco di vomito.

In somma, a volte loro piangono al unisono e un po anche tu. E la sera quando vostro marito torna a casa lamentandosi per che è stanco e ti chiede come mai tu non sei pronta per uscire con gli amici, farai un grande sforzo per non inviarlo a quel…

… quel giorno in cui avete sentito il cuore del bebe per prima volta, quella emozione unica; quel giorno in cui avete promesso di protegerlo e aiutarlo a crescere, ed amarlo infinita e incondizionatamente. Quel giorno in cui ti chiedi per prima volta se quel puntino nella ecografia da grande saprà apprezzare i tuoi sforzi. E quando non ti lo aspetti, al improvviso arriva la risposta: il tuo bebe dice per prima volta “papa” mentre tua figlia canta allegramente “mamma, sei un super eroe per che aiuti sempre i piccoli, mamma sei la migliore”.   

Hanna Lucida


          



  






martes, 1 de marzo de 2016

LA HISTORIA ES REDONDA

Estoy redonda como las bolitas que cuelgan del árbol de navidad. Dentro de mi crece una vida que se llama Miguel como el arcángel. La hermanita de Miguel dice que el bebé  que vive en mi barriga es un niño especial, así como el niño Dios. 

Hablando del niño Dios y de los rituales que se practican en el mes de diciembre para honorar su historia, se abre en Italia un debate sobre si hacer o no el recital de navidad en las escuelas, si poner o no el árbol o el pesebre para evitar ofender a la comunidad musulmana. 

A mi me parece una discusión obsoleta e innecesaria, pero visto que se ha armado un drama de grandes dimensiones y personajes de las más altas esferas de la sociedad  han tomado partido y han expresado sus puntos de vista, pues yo también digo lo que pienso al respecto.

En primer lugar, no han sido los musulmanes ni los hebreos ni los budistas ni ninguno que pertenezca a una religión diferente a la católica quienes han pedido la eliminación de los símbolos natalicios. Y en caso que cualquiera de estas comunidades hubieran pedido explícitamente de cancelar del calendario las usanzas católicas, la respuesta mejor no es la pelea vulgar del talk show donde los políticos nos descrestan con su ignorancia y su comportamiento grotesco. 

Tal vez abrir un espacio ciudadano de encuentro de mezcla y aprendizaje de culturas con sus rituales y festividades sería un mejor regalo para nuestros niños en navidad, un regalo para toda la vida. Tal vez integración también significa que el musulmán pueda cantar un villancico y un budista vivir la experiencia del hanukkah o que un cristiano pueda conocer los motivos por los cuales los musulmanes no festejan la navidad. 

Integración no es dividir la escuela entre nacionales y extranjeros, católicos y ateos, oriente y occidente. Integración significa que la escuela puede ser un espacio de aprendizaje, puede ser un espacio de reflexión, puede ser un territorio neutro donde prevalga el respeto por las igualdades y sobre todo por las diferencias. Donde nuestros niños convivan con menos prejuicios y más ganas de conocer.

Ustedes dirán que es lógico lo que digo y que no es una receta innovadora, pero al parecer algunos políticos no piensan lo mismos y han comenzado a echar pullas sobre los inmigrantes que no son bien vistos ni bienvenidos, porque representan un peligro para la nación, porque es mejor si se quedan en su casa y que no vengan a darnos fastidio, porque el pesebre es tan italiano como la pizza…

Aquí llegamos al punto clave, el pesebre. Pues el pesebre no es sólo el establo o pesebrera donde nació el niño Jesús, sino que es el símbolo de una historia que se repite. Los personajes principales del pesebre son medio orientales, es decir, de las tierras donde hoy se profesa el islam. María y José por su parte, 
son refugiados que huyen de su pueblo para salvar sus vidas y asegurar el futuro de su hijo, así como lo hacen los clandestinos que después de atravesar desiertos y mares, llegan en barca a Europa.  

Una Europa mayormente católica con el papado en el patio de la casa, pero temerosa, indolente y poco preparada para acoger a quien busca refugio. 

Desconfiar del desconocido que llega a nuestra casa es normal, porque lógico que no todos los que desembarcan son San Josés y Vírgenes Marías, no todos están libres de culpas, pero la gran mayoría son sobre vivientes de las guerras, las persecuciones y la miseria. En el caso de las mujeres, la gran mayoría viajan embarazadas o con niños, que no siempre encuentran reparo como el Jesús del pesebre y terminan tragados por el mar.

Llega marzo y con él la primavera y nuevos náufragos. Por fortuna existen los lampedusanos. Porque los habitantes de la isla de Lampedusa en el extremo sur de Italia, desde hace años con o sin "crisis refugiados” salvan, acogen y ayudan  sin lamentarse, sin miedos, sin prejuicios  y sin entrar en conflictos culturales a los náufragos musulmanes, católicos o de cualquier credo que encuentran en sus aguas. 

No en vano el documental italiano Fuocoammare de Gianfranco Rosi, que cuenta la dinámica solidaria de Lampedusa y la relación con los inmigrantes que llegan a sus costas en barca, ha ganado el Oso de Oro en la 66° edición del Festival de Cine de Berlin.  No en vano, cuando se le pregunta a los lampedusanos por qué salvan y acogen a todas estas personas, la única respuesta posible es “por que somos un pueblo de pescadores y los pescadores recogemos todo lo que nos trae el mar”.

Mientras escribo estas últimas palabras, siento a Mercedes Sosa que canta “solo le pido a dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente (…) solo le pido a dios que el futuro no me sea indiferente, desahuciado esta el que tiene que marchar a vivir una cultura diferente”.
  




Hannalucida
Marzo 3 de 2016